Acompañe No Castigue

Las drogas existen, las leyes que dañan también
El 26 de junio se desarrolla en todo el mundo la Campaña Internacional “Support Don’t Punish / Acompañe No Castigue” como alternativa al “Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas”. Esta contracampaña permite reclamar por políticas de drogas más efectivas y más humanas. El mensaje tradicional basado en la lógica bélica falla sistemáticamente en lograr sus objetivos de un mundo libre de drogas.
De la piel para adentro empieza mi exclusiva jurisdicción.
Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera.
Soy un estado soberano y los límites de mi piel
me resultan mucho más sagrados que los límites políticos de cualquier país.
Anónimo contemporáneo.
Las drogas existen, y nos interpelan hoy a reconocer la existencia de un crecimiento exponencial de los problemas asociados a ellas incluida la violencia urbana, la inseguridad y la hegemonía de un discurso contemporáneo que parece legitimar la respuesta punitiva en detrimento de la respuesta sanitaria. El auge de instituciones clandestinas de “rehabilitación” de personas con adicciones al compás de la inacción estatal nos interpelan en la Argentina actual en una semana en la cual algunos conmemoran “la lucha contra las drogas” y otros reclamamos la reforma de la política actual.
Acompañar es reconocer que las personas usuarias, adictas o dependientes de las drogas también tienen derechos y deben ser alojadas en las redes de cuidado porque son ciudadanos a quienes el Estado debe preservar su derecho a la salud, a información verídica y pragmática, dispositivos asistenciales y estrategias de reducción de daños si no pueden o no quieren dejar de consumir para que lo hagan con los menores riesgos y daños posibles. Acompañar ya es no castigar, no estigmatizar y para ello se requiere de una legislación que no penalice la tenencia para consumo o el autocultivo como la Ley de drogas 23.737.
Más de treinta años de vigencia de esta ley han demostrado no solo su inutilidad, sino especialmente su fracaso. El fallo de la Corte Suprema conocido como “fallo Arriola” en 2009 reivindicó el derecho a la privacidad de los usuarios de drogas, el “to be let alone” del derecho anglosajón, legitimando la despenalización al declarar inconstitucional el artículo 14 de la ley de drogas 23.737 que penaliza la tenencia para consumo personal. El fallo declara que el artículo 14, segundo párrafo “debe ser invalidado, pues conculca el artículo 19 de la Constitución Nacional, en la medida en que invade la esfera de la libertad personal excluida de la autoridad de los órganos estatales”.
El nuevo Código Civil que enfatiza, en armonía con la ley de Salud Mental 26.657, que “deben priorizarse las alternativas terapéuticas menos restrictivas de los derechos y libertades“ no tiene posibilidad de implementación para las personas que usan drogas, que bajo la ley 23.737, deben elegir entre cárcel y tratamiento. En múltiples casos, los usuarios de drogas no terminan en la cárcel por tenencia para uso personal pero sí en tratamientos compulsivos en el marco de las medidas de seguridad curativas, y obviamente enfrentando los daños de una causa penal y la estigmatización que conlleva. Además, aunque las causas no prosperen o duerman en los cajones de Tribunales, ello no obvia los daños que produce la inmersión del Derecho en la vida del sujeto.
Es hora de resignar fórmulas vacías de contenido y llenas de ingenuidad como las que pregonan “Un mundo sin drogas” o una “Argentina sin drogas ni Narcotráfico” en beneficio de una política de drogas pragmática en la cual la seguridad no sea sinónimo de restricción de políticas sociales y sanitarias, persecución y criminalización de la pobreza. Una política de drogas que definitivamente parta de reconocer que la causa del problema no es el objeto, sino los sujetos que lo consumen y la manera y los contextos de clandestinidad y prohibición en los cuales lo hacen y a partir de ello orientar las respuestas en los abordajes clínicos, socio comunitarios y de reducción de daños.
El concepto griego de pharmakon es sabio para ilustrar que las drogas pueden ser remedios y/o venenos y no depende de la sustancia, sino de quienes la consumen y en qué cantidad, forma y contexto que advengan lo primero o lo segundo. La Asociación de Reducción de Daños de la Argentina ARDA hace dos décadas lanzaba la Campaña Nacional ¨La ley de drogas hace más daño que las drogas” / “Hay drogas que pueden hacer mal. Hay políticas de drogas que hacen peor”.
No puede desconocerse la utilidad de las leyes para el ordenamiento de la vida humana, pero intentar resolver con el Derecho Penal problemas sociales y de salud no hace sino agravar los problemas existentes y crear nuevos problemas como el distanciamiento del sistema sanitario, la vulneración de derechos y la discriminación y estigmatización. Esto lo ilustra la criminalización de la pobreza y la manera en que tanto una detención policial como una causa judicial lesionan la existencia de una persona.

Es necesario abandonar definitivamente las consignas beligerantes focalizadas en el objeto droga y abrazar una consigna centrada en los seres humanos que las consumen. Porque las drogas existen y esto requiere que se reconozcan los derechos de los sujetos que las usan, abusan o dependen de ellas, comenzando por su derecho a la salud. Los usuarios de drogas no pueden seguir pagando el precio de una ley más tóxica que la misma droga o una política de salud sin Reducción de daños como pilar clave y complementario de la Prevención y la Asistencia.
En Argentina, señores responsables de las políticas públicas, señores legisladores, profesionales, ciudadanos: “Acompañen, no castiguen”, porque las drogas existen y existirán, a pesar de los discursos beligerantes, las campañas disuasorias ineficaces e inútiles, el belicismo que demostró su fracaso, los encierros y los castigos injustos que pregonando rehabilitación producen iatrogenia, cronicidad y en ocasiones muertes.
Acompañen y no castiguen para que los derechos de las personas que usan drogas también existan en la Argentina contemporánea.
*Silvia Inchaurraga es Doctora. en Psicología, Directora del Centro de Estudios Avanzados en Drogadependencias (CEADS) de la Universidad Nacional de Rosario y Presidente de la Asociación de Reducción de Daños de Argentina (ARDA).
(imagen tomada de la revista mate revistamate.com.ar)